Archivo de la etiqueta: poesía argentina

alberto girri. lo incompatible

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Lo incompatible

                   Tan detrás,
como tras un telón,


                    el de ti mismo,
observando mientras haces
de la vida remedos,
                    superfluos y mal
ordenados cambias, disfrazar voces,
desfigurar tu vista,


                  el de ti mismo,
como un lugar, borde de ti,
para cuando es
noche cerrada,

                          en la luz de candil,
amarillenta, amarilla luz de lémures,
y oírlo resonar:
                 «Te tocó, igual que a todos,
sentirte separado de lo que eres,
vivir inconexo»:


                           ese yo,
no indulgente, tampoco censor,
tampoco dispuesto a arroparte
cuando el candil agotose,
                          y del que queda
sólo la palabra: Yo,
y tu conformidad, paria
aguardando hasta que los elementos
de su cuerpo se disocien,
                         y no más alucinaciones,
no más lo incompatible.


Alberto Girri, Buenos Aires, 1919-1991
de Monodias, 1985
en En selva de inquietudes, Antología poética, Editorial Pre-Textos, Colección Cruz del Sur, Valencia, 2010

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silvina ocampo. castigo

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Castigo

Transformará Minerva tus cabellos
en serpientes y un día al contemplarte
como en un templo oscuro, con destellos,
seré de piedra, para amarte.

Silvina Ocampo, Buenos Aires, 1903-1993
en Poesía Completa I, «Poemas de un amor desesperado», 1949, Emecé, Buenos Aires, 2002
imagen de Antonis Stephanou

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jorge aulicino. un revolucionario ruso…

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Un revolucionario ruso exiliado en Estambul medita
sobre el inminente futuro
A Pedro Ignacio Vicuña
De ningún modo creo que de los Escila caeremos en un Caribdis, mas,
si no el caos, ¿qué otra cosa puede reemplazar esta
repetición de cosas? Mitos que nos forjan, cíclopes que se alzan
en forma de tiranos, revoluciones reducidas a cenizas…
Ah, pero lo que presiento acaso nos libere…
El preciso francotirador de Stalingrado, ciudad demolida a cañonazos,
cuyo nombre detesto, pero en la que se erige lo nuevo, el
fusil de la resistencia en alto.
En cuanto a mí… Acaso los sueños resuelvan
nuestro problema y nuestra angustia.
Nos liberaremos de las formas.
Y otro arte entreveo, de figuras superpuestas en un orden
aparente, enormes frisos sobre templos aztecas,
una creación, esto es, un caos de nacimiento,
como los confusos movimientos de una criatura recién parida.
Y desde allí, y desde allí… ¡nacerán de nuevo formas, universos!
¡Malditas, repetidas, incansables formas!
Jorge Aulicino, Buenos Aires, 1949
 de Un poeta griego huye de Londres

Inédito
Imagen de Richard Bowen, Order and Chaos

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jorge aulicino. el conde vlad medita entre las ruinas de un bombardeo

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El conde Vlad medita entre las ruinas de un bombardeo
Un joven inglés, Harker, lanzó sobre mí
la infamia de que caminaba sobre las paredes
como una lagartija y era el amo de las ratas.
No tuve que ver con ratas y sólo moví lobos y tormentas
pero no contra el decrépito Imperio que agoniza,
severamente erguido entre sus ruinas.
Antes de que Londres se llenara de afganos y de indios
taladré esa madriguera con hambre de otra cosa.
Terminé confundido con los zombis grotescos
     que devoran cerebros.
Pues soy el que viví un solo amor
y construí en la eternidad la casa de mi verano.
He sido, lo saben, un exiliado
     de sótanos Industriales
y de vuestros bastones con mango de hueso.
Me odiaron porque amé el rojo crepúsculo
que circulaba por la venas de un cuerpo irrepetible.
Ustedes, que hicieron correr sangre como agua servida
desde el Báltico al Mediterráneo
en la peor guerra que la humanidad haya visto.
Que jamás amaron el líquido rubí, sus palpitaciones,
el pulso de un cuello suave,
el horizonte inflamado de cruces y de lanzas.
¿Cómo habrían de amar la miel de Cristo?
El bramido debajo de la capa.
La tormenta que llegará y limará las rocas,
     las casitas que delimitan
las playas grises de Whitby
y el alto cementerio sin héroes ni bandidos.

Jorge Aulicino, Buenos Aires, 1949
Inédito (de Un poeta griego huye a Londres?)

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jonio gonzález. uno más y no pedimos más

Red and black and white roses

Lírico

también esa rosa
se convertirá en recuerdo
no en símbolo
o rosa enferma citada
hasta el hartazgo
por los poetas
sino en algo que envejecerá
con nuestros huesos
y tendrá la forma
de nuestros errores y aciertos

no hallaremos el modo
de describirla
porque cambiará con los años
pero dormirá a nuestro lado
como el agua más cercana


Jonio González, Buenos Aires, 1954
Inédito
imagen Wild Roses por jillian3134723

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jonio gonzález. has visto las montañas de moab



El viaje

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has visto las montañas de moab
sin saber que lo eran
¿has viajado menos por eso?
¿qué define el viaje
lo visto
o lo conocido?

sales a la calle
ves cientos de rostros
y no conoces ninguno
y sigues estando en la calle
caminando junto a ellos

Jonio González, Buenos Aires, 1954
Inédito


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darío rojo. la sexta armonía / selección

La imagen puede contener: 1 persona, texto
Primera parte

[…]

…………
Evocar, entonces, la sustancia
que al encapsularse servirá
para congelar nociones de dicha,

y en ese acto un nuevo límite de caza:
coto donde no se come, bebe o fuma,
donde es posible confundir la demora

del alma con la sensación absoluta
de la llegada de una escuadra de helicópteros
sobre nuestra cabeza
para bloquear el pasado del tiempo,

el pasado del espacio, los traslados
y la cotidianeidad multipresente: imperio
de la edad, burocracia de la voluntad.


Segunda parte

[…]

…………
No hay mástil en el error,
sólo una cúpula que flota aislada
del núcleo del aire y quien la mira
sólo podría ir descubriéndola de a poco,

para llegar a la conclusión de que
desde ningún ángulo
se la podrá llegar a ver completo.

Y aunque se hubiese construido
un laberinto en el jardín,

y ese día cualquier palabra pronunciada

hubiese sonado como quien golpea
el capot de un Falcon con una llave francesa,
en ese momento el demonio más abyecto

y lábil estaría en condiciones de explorar
cómodamente su triunfo.

Es un perro: fue encontrado,
ahora vive en una casa, ladra y duerme
sobre una manta escocesa.

Tercera parte

[…]

La distribución de la soledad
mediante el orden de las palabras
instrumenta una narración

de la estructura interna del paisaje: falso.
Quizás en su sustancia, su enlace químico,
y su respectivo número atómico

que el padre de la combinatoria
expusiese cual error factorial después
de declarar: es incluso menos incorpóreo+

que el miembro fantasma del amor

en el que la perspectiva
siempre es lejana. Un objeto de humo
y sal rodeado de insectos de plástico,

ojales, dientitos, casas pintadas,
asteroides y trompetas que dan origen
a los números irracionales para recordar

“que los demonios
no han sido creados por demonios.”
Considerando que

“dormirán allí las bestias fieras
y sus casas se llenarán de hurones:
allí habitarán hijas del búho, y allí

saltarán peludos. Y en sus palacios
gritarán gatos cervales, y chacales
en sus casas de deleite…”


Darío Rojo, Castex, 1964
De La sexta armonía, Ediciones del Dock, Pez Naúfrago, Buenos Aires, 2018
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soledad castresana. que sangre/selección

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Sobre la mesa

No es el cuerpo de una mujer en edad fértil
lo que está tumbado sobre la camilla
con los brazos atados, sin anillos, ni perfumes,
todo el pelo adentro de la cofia,
y sueña que lee, que nada, que camina,
que vuelve a casa.

No es un cuerpo de mujer en edad fértil
lo que está en juego sobre esta mesa.


Diálogo con la anestesista

Yo dije:
esto es lo que siento: el trazo del filo, 
el olor a quemado, las tripas enredadas, 
la presión en las costillas,
la parte que me arrancan. Me duele.

Ella dijo:
es pura imagen: si en verdad sintieras 
lo que te estamos haciendo,
no podrías mirarme, no podrías hablar.


Legrado

No pude terminar de limpiar sola. A veces una 
no puede con todo. Hay que aceptarlo.

Hacer que otro raspe las paredes de tu útero 
con una cucharita afilada mientras dormís 
profundo por primera vez en mucho tiempo 
es también una forma del amor.

Soledad Castresana, Intendente Alvear, 1979
De Que sangre (próximamente por Caleta Olivia)
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juan josé saer. jorge aulicino



[ Juan José Saer]
El día será oscuro hasta el último día,
y los montes y los jardines y la roca y las escolleras
serán siempre falsas, siempre serán coartadas.
El tiempo será oscuro hasta el último día,
y para conocerlo basta un día,
la gata sentada al modo de los gatos, sobre sus cuatro patas,
entre papeles y tazas de café
acecha una inteligencia lejana,
como si la esperara. Pero el viento entre las plantas
atrae su vista hacia la ventana.
El día es una máquina cuyo óxido no lava el aceite
y la máquina escribirá,
hará trajes, destilará petróleo,
extraerá estaño y sílice:
todo, debajo de la virtualidad,
es máquina, los apuntes son sobre la máquina
cuyos fallos están previstos;
la máquina tal vez incluso mueve la sangre
de bosques y montañas.
Y si no es así, de nada vale cantar los bosques
porque no tienen ni promueven ni desean
ni los acercan palabras
ni trazos de pintura sobre la tela,
ni la máquina de una partitura.
No tienen intermediarios
y muchas veces no sabemos si traen el éxtasis o la imbecilidad
y caen, de todos modos, bajo la máquina.
No podés creer en la costa de California
ni en las cabañas ni en la Selva Negra
ni en la verdad de una ruta en la meseta patagónica:
todo es obra, querido, de la máquina.
Y la máquina también morirá porque el día será oscuro hasta el final.
Jorge Aulicino, Buenos Aires, 1949
en Mar de ChukotkaEdiciones op.cit, Buenos Aires, nov. 2017

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raúl gustavo aguirre. altas esferas y otros poemas



***
Altas esferas
Yo miento, pero hay rosas.
Separadas del viento
como yo, nos reunimos
en un refugio que no existe.

Pero ésta es la casa
del hombre: esta mental
intensidad que tanto
en otro ser retiene…

Estas rosas que miento.

***
La noche constelada
Un tiempo sin medida va conmigo y de pronto
abre y cierra sus valvas: los cielos de Van Gogh
surgen entonces, me saludan y me anuncian
con exquisita cortesía: Vas a morir, porque es
tan cierto que vives y que vives y que vives
(Y yo, qué no daría
por tocar esos astros, por sentir su crujido,
su no ser mi mirada. Y por el sentimiento
de estar ahí qué no daría.
Qué no daría por un rayo de sol, porque ese roce con lo que es no esté sobreentendido,
y porque el fuego sea fuego
por vez primera, y doloroso su encuentro para
siempre.
Qué no daría por un signo de la verdad, por un
certero fogonazo en el centro del cosmos y del alma, que a la memoria alguna vez alcance, ya que huimos más velozmente aún que lo que huye).
El mar es siempre muerto y silencioso.
***
Para vivir
Para vivir,
yo busqué un sitio oscuro.
Para vivir.

Para vivir,
practiqué el mimetismo.
Para vivir.

Me compuse mil caras,
mil caras inocentes,
mil caras complacientes.
Para vivir.

Mil caras diferentes,
mi amor, mi buen amor,
mi amor que sólo tienes
la cara del amor.

Yo cavaba la tierra,
callaba, me escondía,
borré todas mis huellas,
me deshice de todo,
mi amor, para vivir.

Para vivir,
yo busqué un sitio puro.
Para vivir.

Para vivir,
sólo había este abismo,
mi amor, para vivir. 

Raúl Gustavo Aguirre, Buenos Aires, 1927- 1983
en Poesía argentina, Selección del Instituto Torcuato Di Tella, Editorial del Instituto, Buenos Aires, 1963

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